jueves, 1 de noviembre de 2007

¿Por qué se sumergen los submarinos?


Los submarinos son buques capaces de navegar bajo el agua, además de por la superficie del mar. Su forma es similar a la de una ballena, ya que se inspiraron en este animal al diseñarlo. Existen diversos tipos de submarinos: militares (los más grandes), turísticos (para ver paisaje submarino) o de investigación (para estudios científicos).

Así como los barcos encierran en sus cascos grandes espacios de aire, los submarinos pueden sumergirse porque llenan esos espacios con agua mediante la apertura de unas válvulas; estos se llaman tanques de inmersión y están en proa y popa y a lo largo del casco.


De esta manera, cuando estos tanques se llenan de agua, el submarino posee mayor densidad
que el agua y se hunde; cuando los tanques expulsan este agua y quedan llenos de aire, flota, como cualquier otro barco. Es decir, se basa en el mismo principio de Arquímedes.

A estas dos acciones se les llama inmersión (cuando se hunde) y emersión (cuando sale a la superficie).

El casco del que se compone el submarino está construido para resistir la presión del agua en la inmersión y es totalmente estanco; los submarinos están provistos de habitáculos para la tripulación (camarotes, comedor, cocina) y la maquinaria y zona de comando del mismo. La profundidad que puede alcanzar un submarino depende de la resistencia de su casco, pero puede
alcanzar los 1.000 metros en el caso de los más avanzados (militares).

El control de los movimientos del submarino se realiza mediante los timones: para controlar giros (vertical) e inmersión y emersión (horizontal).

Dos herramientas muy conocidas de los submarinos son el periscopio, tubo con espejos de aumentos que permite ver la superficie aún en inmersión y el sónar, un sofisticado equipo de navegación y alcance por medio del sonido.


Una de las primeras experiencias con naves submarinas de la que se tiene constancia fue en el año 1.620, de mano de Drebbel, un holandés al servicio de la corona británica. En el año 1.800, en Francia, Robert Fulton construyó el llamado "Nautilus", un barco de vela que podía sumergirse.

Ya en el año 1.888, Isaac Peral (físico e ingeniero español) construyó lo que podemos llamar el padre de los submarinos actuales.






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